La cusqueña Verónika Mendoza es, probablemente, la parlamentaria de oposición que más cerca ha estado -política y hasta amicalmente hablando- de la pareja presidencial. La antropóloga los conoció en París, donde ella estudiaba y Ollanta Humala era agregado militar. Ahí nació una amistad con coincidencias políticas que terminó después de más de siete años, en junio del 2012, cuando decepcionada por el rumbo adoptado por el gobierno, Mendoza renunció a Gana Perú. Ella, que salió a la calle a recoger firmas para el entonces Partido Nacionalista y durmió en las oficinas de la agrupación en épocas electorales para apoyar a la causa.
Hace un par de años hay un movimiento ciudadano que está más pendiente de lo que hacen nuestros gobernantes y que se moviliza cuando algo anda mal. ¿Esto es síntoma de que algo bueno o algo malo está pasando en nuestro país?
Claro... es, por un lado, un signo de que hay un modelo de desarrollo que está llegando a sus límites, porque a pesar de que nos han dicho durante más de una década que estábamos creciendo, que todo iba mejorando, ha resultado evidente que ese crecimiento económico no ha ido necesariamente de la mano con un verdadero desarrollo ni con la afirmación de derechos ciudadanos -como el derecho al ambiente, los derechos laborales, el derecho a amar libremente más allá de la orientación sexual-, y claro, en contrapartida esto plantea la necesidad de una expresión ciudadana y política que revierta esta situación.
Así es. Esta dualidad implica una consciencia mayor sobre la necesidad de participar en la toma de decisiones en el país. El problema es que parece que siempre habrá oportunidad de indignarnos más, de fastidiarnos más, de frustrarnos más. Vivimos en permanente crisis.
Sí pues, el problema creo es que también nos hemos creído un poco el cuento de que la democracia se aplica cada cinco años. Comentábamos hace un rato todo ese proceso de despolitización que hubo durante la dictadura fujimorista y creo que recién estamos volviendo a despertar. Si bien es cierto que en teoría recuperamos la democracia a partir del 2000, eso fue en el ámbito institucional estatal, pero recién parece que estuviéramos en el proceso de recuperación de la democracia desde el ámbito ciudadano y social. Pero creo que estamos comenzando a pasar de la protesta a la propuesta. El gran reto es cómo todo esto se articula y, en teoría, ese es el rol de la política. Pero no lo está cumpliendo. Ningún partido ha estado a la altura...
¿Necesitamos replantearnos el concepto de ciudadanía?
Sí, creo que todos tenemos que repensar nuestras estructuras. Los partidos políticos ya no pueden ser cúpulas de caudillos o agrupamientos de iluminados que se reúnen entre cuatro paredes para decidir qué es bueno o malo para el país, que es más o menos como han funcionado, cuando no han sido franquicias electorales que compran un logotipo para determinada candidatura. Lo político y lo social no pueden seguir divorciados. Por ejemplo, los planes de gobierno debieran construirse participativamente, en las regiones, recogiendo las demandas y expectativas de los ciudadanos de distintos sectores como los jóvenes o las organizaciones de mujeres que tienen tantísima potencia pero que, de alguna manera, ya se han resignado a una democracia en la que votan cada cinco años por un candidato que siempre termina defraudándolos, porque esa es la historia que se repite una y otra vez.
¿Eso no es porque elegimos mal? No es que tenemos los gobernantes que merecemos.
Creo que en realidad es parte de un círculo vicioso y una suma de elementos que al juntarse se potencian negativamente. Me hace pensar, por ejemplo, en las reformas que estamos viendo ahora en el Congreso. No estamos logrando ver, me parece, esta problemática en su integralidad y estamos aprobando pequeños parches que parecen positivos: el tema de la curul vacía, el voto golondrino, el tema de la no reelección, con el que yo particularmente discrepé.
¿Qué es lo que no se está viendo?
Puedes eliminar el voto preferencial, puedes financiar a los partidos políticos, pero si no hay democracia interna, no te va a servir absolutamente de nada. Si los ciudadanos no participan más activamente de los partidos, no te va a servir absolutamente de nada. Si no hay una adecuada fiscalización de parte de los órganos competentes, el financiamiento que se les de va a terminar generando quizá mayor corrupción. Más allá de todas las leyes que podamos implementar, yo creo que lo que realmente hace falta es una suerte de revolución ciudadana. Una reforma política de la envergadura que necesitamos, sólo podría provenir de un proceso constituyente, de una Asamblea Constituyente...
¿Una Asamblea Constituyente pedida con la firma de los ciudadanos?
Por los ciudadanos, claro que sí. Ahora, eso es todo un proceso y pasa por una suma de voluntades de organizaciones políticas, sociales, colectivos juveniles... Sé que en este momento no hay condiciones, pero creo que es perfectamente posible y hay que empezar a hacerlo. De hecho, parte de los jóvenes 'pulpines' comenzaron a incluir esto en sus demandas, entendiendo que el problema no era sólo la Ley General del Trabajo, sino toda una lógica que pone por delante el crecimiento económico en perjuicio de los derechos ciudadanos.
¿Y esta Asamblea debería terminar en la modificación de la Constitución?
Claro, la modificación de la Constitución es el resultado, pero lo rico y lo potente es el proceso de debate ciudadano. ¿Qué hace falta cambiar la Constitución? Definitivamente, en muchísimos aspectos: afirmar el principio laico del Estado, si bien está mencionado, no está del todo claro, porque se le sigue asignando un rol preponderante a la Iglesia Católica; no se reconoce a los pueblos indígenas su derecho al territorio integral, se limita el Estado a un rol subsidiario, dejando de lado la garantía de los servicios públicos como salud, educación, el tema energético... En fin, yo creo que sí ameritaría, creo que ya es tiempo de una nueva Constitución.
Pero esta revolución ciudadana sería, además, la expresión del fin de un modelo político...
También.
Si olvidaras que eres congresista, como ciudadana, ¿cuánta credibilidad le das a nuestras autoridades?
No, definitivamente la mayor parte de los políticos que hoy ocupan cargos públicos, están de espaldas a las demandas y espectativas ciudadanas. Yo recuerdo mucho cuando se dio el proceso de 'la repartija', algunos congresistas decían: “por qué tenemos que hacerle caso a estos chicos que se movilizan”. Creían que ellos concentraban el poder absoluto. La clase política está de espaldas a los intereses ciudadanos y, es más, en mucho de los aspectos ha claudicado totalmente para cederle las decisiones a una tecnocracia que se ha ido trasladando de gobierno a gobierno sin un real entendimiento de lo que necesita el país.
¿Y eso te hace cuestionarte el haber entrado a hacer política?
No, al revés, me afirma en la necesidad de hacer política, pero resignificándola completamente. No puede ser materia solamente de unos cuantos caudillos ni de unos cuantos iluminados, por muy profesionales que sean. Tiene que haber mecanismos en los cuales la ciudadanía se incorpore plenamente. Es tiempo de entender que la política es la lucha cotidiana por la afirmación de los derechos, por el bien común, por defender los espacios públicos, los lazos de solidaridad, eso también es política.
Uno de esos temas en los que las autoridades actuaron de espaldas a las expectativas de la población fue el de la Unión Civil. Carlos Bruce dice que este es el gobierno más homofóbico de la historia. ¿Es sólo el gobierno o qué es lo que pasa?
Creo que no se trata sólo del gobierno. Lo cierto es que, lamentablemente, todavía hay una amplia resistencia ciudadana, aun cuando todo el debate sobre la Unión Civil ha logrado que se avance muchísimo en hacer retroceder los prejuicios, los temores, la homofobia. Justamente, le comentaba a Carlos que a raíz de todo este proceso se ha constituido un colectivo LGTBI en Cusco, cosa que años atrás era impensable porque se trata de una sociedad tremendamenrte conservadora. Creo que también han cumplido un rol en entrampar este proceso de emancipación algunas iglesias muy ancladas en la tradición y, por supuesto, el gobierno también tiene su cuota de responsabilidad. Pero este no es el único tema en el que no ha querido asumir ningún reto y ha continuado con el piloto automático.
Y no cumplió con una promesa de campaña.
Bueno, son muchas las expectativas que teníamos respecto del Partido Nacionalista y el presidente Humala. Ese es sólo un ejemplo más en el que el presidente Huamala, no se compra el pleito, no se atreve a luchar. Se resigna a continuar con la tradición, tanto en lo económico como en los social y en lo cultural. Sí, esperábamos muchísimo más, y sí hubieran podido desde donde están, tanto el presidente de la República como la primera dama, empujar muchísimo más este debate. Cuando se trata de una autoridad, este tipo de temas no tiene que ver con sus creencias particulares, con sus prejuicios personales, sino con temas de derechos humanos, con la libertad humana.
Hay una deuda pendiente con esta comunidad.
Por supuesto, por eso yo planteé en el momento del debate que a estas alturas de la historia, lo que correspondía no sólo era aprobar la Unión Civil, sino pedirle perdón a toda esta comunidad por toda la serie de vulneración de derechos que han tenido que vivir sin que el Estado moviera un dedo para revertir esa situación: acoso, violencia, asesinato por el simple hecho de tener una orientación sexual distinta... Recuerda que en el 2012 este Parlamento no quiso aprobar siquiera una legislación sobre crímenes de odio, que incluyera como parte de las causales la discriminación por orientación sexual. Este Parlamento no estuvo a la altura de una demanda totalmente legítima.
Me dijiste hace un rato que los ciudadanos siempre terminamos decepcionados de nuestros gobernantes. Usted terminó decepcionada muy rápidamente de la persona a la que ayudó a llegar al poder.
Por supuesto. Para mí y para muchos de los ciudadanos que confiaron en Gana Perú y en Ollanta Humala, significó una gran decepción que no estuviera dispuesto a comprarse nigún pleito de los que anunció que se iba a comprar. Pero también soy consciente y creo que es importante asumirlo así, que no se trata solo de la traición de una persona, sino que en todo caso, a varios nos alcanza un cierto nivel de responsabilidad.
¿Cómo así?
Creo que lo que ocurrió se dio también porque el Partido Nacionalista era demasiado joven, demasiado incipiente, insuficientemente sólido, insuficientemente democrático, y se le delegó toda la responsabilidad al caudillo. Quizá las cosas hubieran sido diferentes si hubiéramos tenido un partido político o una coalición de partidos lo suficientemente articulada, democrática, enraizada en las demandas ciudadanas, de modo que se le exigiera al presidente que por lo menos intente promover algunas reformas. Para mí, esa es la gran lección: ninguna transformación va a venir de la mano de un líder carismático. Ahora que nos acercamos al proceso electoral, escucho que todo el mundo está esperando a ver de dónde sale el outsider...
Cada cinco años, en realidad, esperamos la llegada de un salvador.
Claro, y probablemente pueda aparecer una persona carismática, que enganche con la ciudadanía, apoyada en un buen márketing político, que incluso tenga la posibilidad de representar al sector progresista, pero eso no es ninguna garantía. Por eso para mí la importancia del proceso, de construir organización política articulada con democracia participativa. Si no, vamos a repetir la misma historia.
Has hecho una suerte de mea culpa. Pero ¿qué responsabilidad tiene Ollanta HUmala, entonces?
No confIó en la organización que él mismo estaba construyendo, no confió en el pueblo que lo eligió, le dio la espalda y se dejó rápidamente convencer por la tecnocracia que viene paseándose a lo largo de los años por todos y cada uno de los gobiernos, y que va a continuar si no hacemos nada por garantizar un verdadero proceso transformador, una revolución ciudadana para no seguir repitiendo la historia. Porque el transfuguismo presidencial no es exclusividad de Ollanta Humala. ¿Alan García no ofreció renegociar el TLC en defensa de los intereses y la soberanía nacional? ¿No ofreció eliminar las services? Entonces, esto va a seguir ocurriendo mientras concibamos a la política como algo que le compete exclusivamente a la actual clase política. Los ciudadanos tenemos que involucrarnos muchísimo más.
Ahora no tienes partido, ¿cómo te vas a involucrar tú con miras a las elecciones del 2016?
Estamos trabajando varias personas, varios colectivos, en un proceso de articulación que busca ser lo suficientemente amplio y claro a la vez. Amplio en el sentido de no solamente incorporar partidos políticos de izquierda, sino organizaciones, colectivos juveniles, organizaciones indígenas. Estamos en un momento en que la historia nos exige un proceso de unidad que no sea una suma de etiquetas, una suma de caudillos, sino una unidad que abra un proceso democratizador.
Hay dos grupos de izquierda en este momento. Por un lado, el Frente Amplio y, por el otro, una unidad que incluye a al Partido Humanista de Yehude Simon. ¿Con cuál estás trabajando?
Mira, más allá de las personas y la etiquetas, lo que me interesa y preocupa es el proceso. De un lado y de otro se habla de someter la definición de candidaturas a elecciones internas, de un lado y de otro se habla de mayor participación, de un lado y de otro se habla de una nueva ética en la política, pero una cosa es lo que se dice y otra lo que ocurre en la práctica. Por el momento estamos en un esfuerzo con pequeños colectivos escencialmente juveniles de construir una organización propia y estamos articulándonos al Frente Amplio con el objetivo de lograr que sea realmente amplio y participativo.
Si hay dos esfuerzos paralelos, una vez más no podremos hablar de una izquierda unida.
Creo que hay quienes tienen que clarificar un poco sus posiciones, ¿no? Porque hay quienes nos afirmamos claramente a la izquierda y hay quienes están hablando de la necesidad de un frente de centro que incluiría a Toledo, a Yehude Simon, que no me queda muy claro si son de izquierda.
A ti no te parece que un frente de izquierda deba ir con ellos.
Toledo ha continuado con el modelo neoliberal de Alan García, PPK ha sido su ministro. Yehude ha sido ministro de García y fue aliado de PPK. Entonces, ahí yo no veo por lo menos claridad en su identidad y necesitamos un mínimo de coherencia, porque una cosa es decir "yo soy de izquierda" y otra, estar realmente dispuesto a luchar por un gobierno de izquierda.
¿Y piensas que en este momento, "sólo la izquierda salvará el Perú"?
Es que decirlo así, tan crudo, con toda la carga de estigmas y prejuicios sobre lo que es la izquierda, es un poco difícil. Yo creo que sí hace falta una fuerza política amplia que articule no solamente partidos políticos, sino también organizaciones sociales y colectivos, que se sitúe claramente a la izquierda y defienda las banderas de la justicia social, de la igualdad de oportunidades, defienda los servicios públicos y reivindique la diversidad como potencial de este país. Hace falta y ahorita, no la hay. Entonces, más allá de las etiquetas, es importante ver los contenidos. Hay gente que se llama de izquierda, de centro o de centro izquierda, y que probablemente terminaría implementando un programa de derecha. Entonces, creo que la coherencia va a tener que marcar claramente este tipo de definiciones.
¿Aceptarías el reto de ir en una plancha presidencial?
Mira, no creo que ese sea mi rol en este momento. Yo sí estoy dispuesta a jugarme todo en este proceso, entendiendo que no es solamente un proceso electoral sino también tiene que ser un proceso de construcción de una nueva alternativa con todo lo que ello implica. Creo que el rol que asuma cada uno tiene que definirse colectivamente. En este momento no sé dónde me tocará estar, pero donde me toque estaré dispuesta a darlo todo.
Alfredo García Bonilla
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ENTREVISTA CON IDEELE
Si tuviéramos que hacer una radiografía del Congreso de las últimas décadas, esta congresista no encajaría en él. Virtudes como la transparencia y la consecuencia política brillan por su ausencia. El gesto de renunciar al partido del cual fue fundadora, cuando se registraron las primeras muertes en Espinar, es inusual en estos tiempos. Estamos ante una política joven y honesta cuya carrera hay que seguir con detenimiento.
¿Todavía le das chance al gobierno de enrumbar el curso y retomar algunas de sus propuestas de campaña?
Ojalá fuera así. Es lo que el país quiere. Ha habido algunos gestos como la constitución de una comisión para tratar la institucionalidad ambiental, que podría dar anuncios referidos al ordenamiento territorial. Con respecto a los conflictos sociales, el gobierno sintió el golpe y promovió gabinetes descentralizados, mesas de diálogo; pero no se ha visto capacidad de autocrítica. En ese sentido no veo muy claro el cambio de rumbo.
Es una de las características de este gobierno: ser muy cerrado, muy misterioso, más que sus antecesores.
El hecho de que hubiera tanta incertidumbre y especulación con respecto al cambio de gabinete, o el que se hayan barajado alternativas contrapuestas, es una señal de que el país está sin rumbo. El Presidente y el ex Premier no tuvieron un liderazgo claro. Necesitamos saber cuál es el tipo de modelo de desarrollo que se quiere impulsar. Ningún país puede avanzar a la deriva. Además, seguimos con las mismas estructuras y prácticas de los gobiernos anteriores.
Para ti, ¿cuál fue la gota que rebalsó el vaso, además de lo ocurrido en Espinar?
El tratamiento de los conflictos sociales, entendido como un elemento adicional que revela una deficiencia en el manejo político y una falta de voluntad por resolver los problemas de fondo. Sin lugar a dudas, aquello con lo que no se puede ser tolerante es con el tema de los derechos humanos y la manera como se han vulnerado en los últimos conflictos sociales, sin un ápice de autocrítica, tratando de desconocer cosas, sosteniendo grandes mentiras.
¿Como cuáles?
Como las del Ministro del Interior que dijo que solo usaron balas de goma .
¿Y otras gotas que rebalsaron otros vasos?
Hubo varias señales. Por ejemplo, el derecho a la consulta previa empezó con una ley promulgada por unanimidad en Bagua, y luego se retrocedió con la reglamentación que recorta derechos. Ahora que entramos a la etapa de implementación , no hay una voluntad política clara de consultar aquello que les preocupa a los pueblos indígenas. Se ha hablado de consultar cuestiones más normativas, pero cuando se trata de territorio y recursos naturales, no sabemos lo que va a pasar.
Hemos leído que cuando Nadine te dijo que el alcalde Mollohuanca era un extremista, le colgaste el teléfono.
(Ríe) ¿Cuántos micrófonos hay por acá? Al margen de los hechos concretos, es la lectura que el gobierno está teniendo de los conflictos: Por encima, sin querer ver los temas de fondo, pretendiendo que esto es una conspiración de algunos grupos extremistas. Me desconcierta porque ese es un discurso que nosotros conocíamos muy bien. ¡Cuántos informes de inteligencia habrá habido diciendo que estábamos articulando conspiraciones!
Tú eres fundadora del Partido Nacionalista. Conociste el proceso, no te engañaron en la campaña. ¿Realmente había la intención de hacer algo distinto?
Desde el 2004, y pese a todos los ataques, se persistió con el mismo Programa. A cualquiera le desconcierta. No creo que haya sido una careta. Creo que hubo un compromiso real, todo no fue falso desde el principio. Pero algo pasó. Pareciera que el Presidente estuviera en una lucha interna tratando de definir por dónde ir, sujeto a presiones de ambos lados. Pero el sector que está ejerciendo mejor el nivel de presión es la derecha.
¿Qué factores influyeron para que el giro se diera?
Uno fue la brutal campaña mediática durante la campaña electoral. Ahí empezó el círculo de presión. Se le presionaba al Presidente para que nombre al director del BCR, al ministro de Economía. Y el partido internamente no estuvo lo suficientemente articulado como para ejercer un nivel de presión. No hubo un congreso del partido Nacionalista, un evento en el que las bases le recordaran al Presidente sus compromisos.
Desde su conformación, el partido Nacionalista no tenía una definición ideológica. Y a nivel orgánico, muchos integrantes de la familia Heredia ocupaban cargos. No había un trabajo organizado de bases.
Siempre fue muy complejo. Es cierto que no hubo una definición ideológica y política clara. El discurso del propio presidente del partido que te dice “no somos de derecha ni de izquierda, somos de abajo” , se presta a interpretaciones contrapuestas. Tuvimos gente con posturas nacionalistas en el peor sentido de la palabra: racistas, que no reconocían la diversidad cultural del país. Nunca hubo un deslinde claro. Y organizativamente tuvimos muchos problemas. La lógica caudillista con la que se mueve la sociedad impidió que se construya un partido fuerte porque se chocaba con el caudillo nacional y con los caudillos locales.
¿Fue el primer partido en el que militaste?
Sí.
Cuando te adscribes como nacionalista, de alguna manera fue una crítica a lo que estaba haciendo la izquierda clásica.
Cuando Ollanta decía que no éramos de izquierda, pretendía decir que no éramos de esa izquierda tradicional y caudillista, al menos así lo entendíamos internamente. Aunque eso nunca quedó muy claro. Concebíamos al partido como más popular, reconociendo la diversidad cultural. Pero finalmente terminamos en lo mismo.
Se habla ahora de un nuevo proyecto con Diez Canseco y Rosa Mavila, pero se trata de la misma gente a la que habían criticado.
Me parece que tendría que ser sobre otras bases. Honestamente no hemos empezado a discutirlo. Hemos empezado por un trabajo de articulación congresal, hemos definido una agenda legislativa con los cinco renunciantes, pero, hacia fuera, personalmente yo no lo tengo muy claro. Hay esta proto-plataforma con Tierra y Libertad, Fuerza Social y Ciudadanos por el Cambio. Pero lamentablemente todo se construye con el horizonte electoral encima, y como es el 2014, no te da tiempo para nada.
¿Hay intención de tener una propuesta más sólida?
Se ha hablado de escuelas políticas, de organizar las regiones, pero siempre está la valla inmediata de lo electoral y la gente piensa en las elecciones. Y eso te desfigura todo. Además, todo esto se está pensando desde Lima. ¿Qué eco va a tener esto en la región? En Cusco, Fuerza Social no existe, Tierra y Libertad tiene solo algunos alcaldes.
En Cusco el Partido Nacionalista era el más fuerte.
Me preocupa lo que pasa en Cusco, porque todo se ha derrumbado, Patria Roja y la FDTC están por los suelos, las federaciones campesinas están desarticuladas, y quien está avanzando con fuerza es el Movadef. En la universidad, en Canchis. ¡Movadef está entrando a las provincias altas!
Siguiendo con los desconciertos, ¿qué pensaste cuando de pronto después de las elecciones se disuelve Gana Perú? ¿Cuál fue tu posición?
Para mí eso fue un gran error. Es algo que no se nos consultó.
¿Ollanta tomó esa decisión?
Ollanta y los que estaban a su alrededor porque nosotros no supimos. No es algo que se haya debatido al interior del partido.
¿Desde su fundación fue un partido que no se manejó en forma democrática?
Yo asumo la autocrítica. En el 2007 estuve en Lima en el local central y cuando vi esta suerte de concentración de poder en la cúpula , modestamente intenté hacer algo y dije, “ me voy al Cusco y desde la bases vamos a construir democráticamente este partido”. En fin, nos tragamos demasiados sapos, permitimos que se empoderaran los caudillos locales, que se incorporara gente que no era la más honesta con este criterio de amplitud para sumar militantes.
Tú coincidías con el primer Programa. ¿Después estuviste de acuerdo con hacerlo a un lado y adoptar la hoja de ruta?
Fue complicado, pero terminé asumiendo que se trataba de una táctica electoral. Pero para mí estaba claro que no se negaba la “gran transformación”, ni se dejaban de lado los planteamientos centrales. No había contradicción entre ambos; algunos puntos se dejaban de lado temporalmente.
¿De verdad no se contradecían? Porque sí se contraponen en algunos puntos. Por ejemplo, en el de los medios de comunicación o en la participación del Estado.
Se dejaban de decir algunas cosas. Por ejemplo, la Asamblea Constituyente. Pero eso no significaba que nunca más se plantearía. La hoja de ruta es bastante escueta, no contradice al Programa.
Acuérdate de Abugattás. En un programa con Rosa María Alfaro, dijo que el Programa ya no era válido, que era pasado.
Sí, hubo un sector que lo manejó así. Para mí es diferente porque la campaña la viví en Cusco y allí el terreno era otro. Yo podía decir cosas que en Lima no hubiera podido. Para nosotros era claro que no se negaba el Programa de la Gran Transformación. Yo he tenido discusiones porque creo que en un contexto electoral hay que mantener la honestidad, decirle a la gente realmente lo que piensas, a riesgo de perder, sí incluso.
"Con respecto a los conflictos sociales, el gobierno sintió el golpe y promovió gabinetes descentralizados, mesas de diálogo; pero no se ha visto capacidad de autocrítica. En ese sentido no veo muy claro el cambio de rumbo"
¿Fue muy difícil la decisión de romper con el partido?
Ha sido una de las decisiones más difíciles de mi vida en lo político y también en lo personal. Le di quinientas mil vueltas. Estaba la parte afectiva, todos los compatriotas con los que hice mil campañas y pasamos mil peripecias. Unos siguen creyendo, otros ya no. También estaba la responsabilidad política, qué impacto va a tener esto, qué va a pasar con la militancia.
Lo otro es que dieras la lucha hasta el final, que es otra opción.
Sí, lo evalué. Pero la lucha ya se venía dando hacía varios años. Y durante el año del Congreso, dimos la lucha incluso con otros parlamentarios que se han quedado. Y no lo logramos. Nada se movía. Yo no veía qué más podía hacer adentro.
Lo personal pasaba por una ruptura con tus amigos Ollanta y Nadine. ¿Eran ustedes de verdad bien amigos como se dice?
No tanto así. Nos conocimos en París en el 2004 y nos veíamos con cierta regularidad, sobre todo en reuniones de un grupo de peruanos residentes allá, tratando de pensar qué hacer por el Perú. En el 2007, en Lima, fui asistente de Nadine como secretaria de asuntos internacionales. Más que amigos yo era una militante del partido y la relación de confianza giraba en base a eso. Claro, había un nivel de confianza porque nos habíamos mantenido en esa lucha mientras otros habían sacado cuerpo. Pero así íntimos, tampoco.
¿Adscribes la tesis del “secuestro” planteada por Sinesio López?
Algo de cierto hay, pero eso no lo explica todo. Es una suma de factores, desde lo personal y psicológico, hasta la circunstancia de un partido frágil y sin cuadros que puedan acompañar al Presidente y en los que pueda confiar, porque nunca confío en Ciudadanos por el Cambio.
El poder cambia a las personas.
A veces digo que el poder tiene la culpa de todo.
¿A Nadine la cambió el poder?
… Por ejemplo, a mí algunos compatriotas me empezaron a decir “doctora”. Tenemos una lógica colonial. En este gobierno se está cerrando el círculo y se está concentrando el poder en un número cada vez más reducido de personas: Ollanta, Nadine, Villafuerte, Castilla.
¿Villafuerte estuvo desde el principio?
Siempre estuvo ahí. Era encargado de las movilizaciones e iba a las regiones, organizaba la logística de esos desplazamientos. Tenía una función operativa. Más allá de eso, no me parecía que tuviera mayor influencia. En las últimas elecciones adopta un perfil de asesor.
Nunca te dio mucha confianza.
No, está el precedente de que fue el secretario de Saucedo. Pero tampoco lo veía como un peligro. Personalmente nunca tuve problemas con él; otros militantes podrán decir que es prepotente, con gestos de militar.
Y para ti que son tan importantes los derechos humanos, ¿lo de Madre Mía no te creaba incomodidad?
No, porque es algo que conversamos, aclaramos. Vi su franqueza. Yo me quedé satisfecha con las explicaciones. Ahora, confieso que con todo lo que ha pasado, me digo: “¿y esto cómo habrá sido?”
Tú has dicho que se está configurando un régimen minero-militar. ¿Así ves el futuro inmediato?
Eso lo dijo Pedraglio y yo lo recogí en el contexto particular de Espinar. No se aceptaba siquiera la posibilidad de que se podría estar contaminando. Hubo muertos en el camino sobre los que no se asumió la responsabilidad. Lo de “minero” como expresión del poder económico que está primando por encima de los intereses de los sectores populares; y lo de “militar” por los 17 muertos, los estados de emergencia, la violación de los derechos humanos. Lo que ocurrió con Arana es gravísimo y ha pasado por agua tibia. Más se han indignado por las pintas en el monumento de San Martín.
¿Qué sentiste cuando te viste respaldada por Martha Meier y bueno, como era de esperar, atacada por Cecilia Valenzuela que te dijo que habías mentido al país?
Cuando vi lo de Cecilia Valenzuela me reí; qué se puede esperar. Pero cuando escuché al Ministro del Ambiente repetir el mismo discurso, ahí sí me preocupé. Más cuando lo ratificó el mismo Presidente sin que hubiera habido mayor indagación, simplemente porque no se puede tocar a Xtrata que es el modelo de responsabilidad social y ambiental.
El discurso medioambientalista de Ollanta en la campaña era contradictorio: A veces era un radical defensor de los recursos, y otras decía que el problema era que no se les cobraba más impuestos a las empresas extractivistas.
Es cierto que el énfasis estaba en obtener mayores recursos y el tema central no era el medioambiental, que sí estaba en el Programa. Esto debió responder a que hay una diversidad de percepciones y de necesidades. En sectores rurales hay una preocupación real porque ven que los nevados se están deshelando, y esto no se percibe de a misma manera desde las urbes.
¿Tú crees que los estudios de impacto ambiental van a pasar al Ministerio del Ambiente, quitándole el poder al Ministerio de Energía y Minas?
Hemos batallado duro todo este período para que sea así en la Comisión de Pueblos Indígenas, haciendo eventos, grupos de trabajo. Se ha aprobado el dictamen y también el que se pida la opinión de los gobiernos regionales. Algún anuncio tienen que dar la comisión multisectorial y el Ejecutivo. No querer cambiar la forma de aprobar los EIA sería suicidarse.
Sobre las industrias extractivas: Es complicado desde el gobierno compatibilizar los intereses en el caso del oro y el agua. ¿Crees que la posición debe ser el discurso de Humala sin represión, o sacrificar el crecimiento y paralizar algunos proyectos?
Ésa es una discusión pendiente que creo que no se ha dado porque está muy ideologizada por ambas partes. Hay un fundamentalismo ecologista que sostiene que no hay que tocar nada, y también el fundamentalismo del otro lado que piensa que la minería es sagrada y que con ella el cielo es más azul y la vaca da más leche. Es muy importante dar el debate sobre bases claras porque he escuchado decir a políticos que el 70% u 80% de la economía depende de la minería.
Son datos falsos.
Claro, habría que saber cuál es el aporte real de las industrias extractivas a la economía peruana. Nadie dice que la minería ocupa el 1% de la PEA y que el agro ocupa más del 30%. Y también habría que valorizar los impactos ambientales. ¿Acaso no significan un costo económico? Se está empezando la discusión ahora que se están valorizando los servicios ambientales. Cuánto aporta la diversidad biológica en términos económicos, o cuánto las comunidades que protegen cabeceras de cuenca.
¿Si no hay licencia social qué se hace?
No hay proyecto. No concibo que se pueda imponer un proyecto.
Verónica con K |
¿Estabas preparada para asumir el trabajo en el Congreso, y para el cargamontón que vino después? Tengo buenos asesores y me siento preparada para los duros golpes de la política. Mi experiencia en la militancia no ha sido larga, pero he visto gente que cambia, y también me han hecho varias cosas, traiciones, en fin. Uno quisiera que la política no fuera esto. No quiero resignarme, pero cada vez me cuesta más encontrar esos resquicios por donde puede entrar la luz.
A tus 31 años, y siendo parte de una generación que le huye a la militancia, ¿cómo te interesas por la política partidaria? Hay activismo que va más allá del simple activismo. Veo muchos jóvenes militantes, pero no en partidos políticos. Es que lo que ves en los partidos es cada vez peor. En Cusco se ven nuevas organizaciones como colectivos culturales, o de jóvenes. En mi caso, me inicié en Francia con los residentes peruanos en París, y luego en el Cusco, ya en el partido, ligada a colectivos culturales. Siempre tratando de construir desde las bases. Esa es mi preocupación.
¿Tu familia era de izquierda? Sí, mi papá fue candidato a la alcaldía de su distrito por Izquierda Unida y fundador del SUTE cusqueño. Mi mamá era militante del Partido Socialista francés. Pero mi padre estaba muy resentido y siempre me decía que no fuera profesora porque me iban a explotar, y que no me metiera en política porque no se logra nada y se sacrifica la vida. Cuando entré al partido, ellos me miraban con escepticismo y después se comieron el pleito tanto o más que yo.
Lo que te transmitieron fue la sensibilidad social. Claro, el hecho de haber vivido en un distrito, Andahuaylillas. Mi abuela era quechuahablante, campesina. Y luego, el haber estudiado en Francia y ver esos contrastes. Yo tuve una beca por criterios sociales, no es que tuviera grandes méritos académicos.
¿Siempre has vivido en el Cusco? Sí, en Lima estuve en el 96, estudiando dos bimestres en el Franco Peruano. Entre el 2001y el 2008 estuve en Francia, con períodos de cuatro meses en el Cusco, y todo el 2007 en Lima.
También estuviste en algunos proyectos con el Pukllasunchis, un colegio alternativo del Cusco. En un proyecto de educación bilingüe intercultural y de radio intercultural. Hacíamos de todo: desde programas radiales hasta el apoyo a los docentes en áreas rurales.
¿Te gusta la Trova? Tu pareja es Jorge Millones, trovador. Sí, justo acaba de sacar un disco. A él lo conocí en una movilización. Me gusta la Trova, pero más me gusta la música folclórica peruana y latinoamericana. Me encantaba hacer danza andina, afroperuana, pero ahora no tengo tiempo para nada.
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