miércoles, 3 de septiembre de 2014

APUMARKA: LA LUCHA POR EL AGUA

Está enclavado en un paraje casi seco en la frontera entre Apurímac y Cusco, dividido por el Río Santo Tomás (Chumbivillcas), hay una sola  trocha carrozable cerca  de 50 km. que ingresa de Tambobamba, una vía riesgosa y peligrosa por donde transitan los pobladores y los profesionales que laboran en estos pueblos que simplemente han sido olvidados y marginados por los gobiernos de turno.

En épocas de sequía, cuando se intensifica el sol, durante los meses de julio a diciembre inevitablemente sufren del líquido elemento que es  vital para la salud y las actividades productivas, incluso hay días que no tienen agua con que cocinar, lavar o asear a los hijos para mandar a la escuela.

Una sola pileta del pueblo de donde prácticamente chorrea el agua, es la única fuente del líquido vital  para  los pobladores y de los animales; desde las cuatro de la madrugada tienen que hacer su turno con porongos y baldes en la mano y sino los hijos irán a la escuela sin tomar desayuno.

 Cada familia tienen sus piletas en sus casas pero son elefantes blancos, nadie hace una huerta ni crían  muchos cuyes por falta de pastos, hacer una casa  de adobe en Apumarka es ser hombres y mujeres  de acero porque tienes que juntar agua sin descansar ni dormir.

He sido testigo como los animales están disputándose a patadas, cornadas y mordiscones,   el agua en un sólo puquial que existe en el pueblo, ahí sobrevive el más fuerte y el más débil está condenado a morir.

Hay historias, cuentos, leyendas y mitos en torno al agua que ronda en el pueblo junto al fantasma de la enfermedad y la muerte, junto a la seca polvareda de las  calles que se eleva hacia el cielo pálido del atardecer que se cierne sobre el pueblo como una maldición.

Pero, Apumarka antigua “Waka sagrada” de nuestros ancestros, se resiste a no desaparecer, se infunden  de valor y esperanza, unos rememorando los ancestrales rituales al  “Apu Puyaq”, otros acercándose a Dios a través de las sectas religiosas y la iglesia católica, porque el hombre andino es eminentemente espiritualista.

Es más, ya está creciendo  más de 15 mil  plantas de pino en el Apu Puyaq, de donde creen que algún día brotará el  agua, para que sus hijos  sigan viviendo; “Eso estamos esperando, ojalá que nuestra madre  tierra y el tayta dios se compadezca de nosotros, porque  el proyecto de agua que va venir de más de 23 km. pueda o no resultar; pero tenemos esperanza en nuestro bosque y en nuestro Apu Puyaq que algún día hará aumentar nuestra agua”, dijeron  los pobladores con sus ojos casi llorosos y el rostro golpeado por los años duros sin agua.


Ahora,  que los candidatos se jactan conocer la realidad de Apurímac, porque no hablan del agua, del cambio climático, de los pueblos como Apumarka, por qué  son tan insensibles, por qué  ven sólo sus intereses y, miren de dónde estamos hablando, de Cotabambas en donde se supone está la riqueza.

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