Está enclavado en un paraje casi
seco en la frontera entre Apurímac y Cusco, dividido por el Río Santo Tomás
(Chumbivillcas), hay una sola trocha
carrozable cerca de 50 km. que ingresa
de Tambobamba, una vía riesgosa y peligrosa por donde transitan los pobladores
y los profesionales que laboran en estos pueblos que simplemente han sido
olvidados y marginados por los gobiernos de turno.
En épocas de sequía, cuando se
intensifica el sol, durante los meses de julio a diciembre inevitablemente
sufren del líquido elemento que es vital
para la salud y las actividades productivas, incluso hay días que no tienen
agua con que cocinar, lavar o asear a los hijos para mandar a la escuela.
Una sola pileta del pueblo de
donde prácticamente chorrea el agua, es la única fuente del líquido vital para
los pobladores y de los animales; desde las cuatro de la madrugada
tienen que hacer su turno con porongos y baldes en la mano y sino los hijos
irán a la escuela sin tomar desayuno.
Cada familia tienen sus piletas en sus casas
pero son elefantes blancos, nadie hace una huerta ni crían muchos cuyes por falta de pastos, hacer una
casa de adobe en Apumarka es ser hombres
y mujeres de acero porque tienes que
juntar agua sin descansar ni dormir.
He sido testigo como los animales
están disputándose a patadas, cornadas y mordiscones, el agua en un sólo puquial que existe en el
pueblo, ahí sobrevive el más fuerte y el más débil está condenado a morir.
Hay historias, cuentos, leyendas
y mitos en torno al agua que ronda en el pueblo junto al fantasma de la
enfermedad y la muerte, junto a la seca polvareda de las calles que se eleva hacia el cielo pálido del
atardecer que se cierne sobre el pueblo como una maldición.
Pero, Apumarka antigua “Waka
sagrada” de nuestros ancestros, se resiste a no desaparecer, se infunden de valor y esperanza, unos rememorando los
ancestrales rituales al “Apu Puyaq”,
otros acercándose a Dios a través de las sectas religiosas y la iglesia
católica, porque el hombre andino es eminentemente espiritualista.
Es más, ya está creciendo más de 15 mil
plantas de pino en el Apu Puyaq, de donde creen que algún día brotará el
agua, para que sus hijos sigan viviendo; “Eso estamos esperando, ojalá que
nuestra madre tierra y el tayta dios se
compadezca de nosotros, porque el
proyecto de agua que va venir de más de 23 km. pueda o no resultar; pero
tenemos esperanza en nuestro bosque y en nuestro Apu Puyaq que algún día hará
aumentar nuestra agua”, dijeron
los pobladores con sus ojos casi llorosos y el rostro golpeado por los
años duros sin agua.
Ahora, que los candidatos se jactan conocer la
realidad de Apurímac, porque no hablan del agua, del cambio climático, de los
pueblos como Apumarka, por qué son tan
insensibles, por qué ven sólo sus
intereses y, miren de dónde estamos hablando, de Cotabambas en donde se supone
está la riqueza.
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